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Dos de Noviembre, día de los difuntos.

Guadalupe Martín Laborda02-Nov, 2017

El 2 de Noviembre celebramos el día de los Difuntos

Aquella tarde antes de que anocheciera llego una muy joven madre, traía en la espalda una niña como de tres o cuatro años, aunque  allí es difícil calcularlo, podría tener cinco o seis. La pequeña estaba ardiendo de fiebre y venia medio desmayada. Enseguida la ingresaron en el dispensario, que disponía de un cuarto con algunas camas para urgencias.  Tras el reconocimiento la cara de la hermana enfermera no presagiaba nada bueno. La niña-madre se tumbó en el suelo a su lado, estaba exhausta. Decidieron dejarla descansar, ya habrá tiempo de preguntarle desde donde venían y el nombre y edad de su hijita.

Como sucede en esa parte del mundo, el sol se dejó caer de pronto quedándonos sumidos en la oscuridad más absoluta, fuimos a la casa a buscar unas velas y un plato de comida caliente para la joven, pero cuando regresamos ya estaban ambas profundamente dormidas.

A la mañana siguiente, nada más salir el sol, la volví a ver caminando por donde había venido, llevaba a su espalda bien atada a su hijita. Extrañada pregunte qué a donde iba.

Con mucha dulzura me explicaron que la niña murió por la noche, como las hermanas suponían que sucedería. La mama se llevaba su cuerpecito atado a su espalda, a su choza donde la enterrarían a la puerta de la casa para que cuidara del hogar y de sus hermanitos, para que ahuyentara a la muerte y trajera ventura a la familia.

De esto hace ya muchos años, pero todos los años el día de los difuntos además de recordar y pedir por mis seres queridos,  pido por ella, por su madre y por tantos niños que mueren sin hacer apenas ruido.

Carta desde Etiopia

María José Morales28-Sep, 2017

A continuación podéis bajaros esta carta de una preciosa experiencia de voluntariado en Etiopia.

Carta Septiembre 2017

¿por qué lo haces?

Guadalupe Martin Laborda24-Jul, 2017

Muchas veces me preguntan ¿Qué haces en Africa Directo? Pero  creo que nunca nadie me ha preguntado: ¿por qué lo haces? No creo que sea por falta de interés sino más bien por discreción. ¿O no? ¿Sera… “por si acaso”? No vaya a ser que este virus se contagie y si me lo cuentas me quede pillado … Porque… ¿Cuántos años llevas  en esto? ¡¡jopetas, 27 años¡¡ Pues parece que es un virus resistente. Mejor no me digas más. Te hago una transferencia mañana, pero no hace falta que me expliques nada.

Y es que la vida puede cambiarte en un momento, aunque aparentemente todo siga igual.

Los domingos lo celebrábamos acompañando al misionero en sus visitas a los poblados,  salíamos de Igwachanya  muy tempranito, casi de noche para ir al más lejano y luego volvíamos parando en  otras aldeas donde nos esperaban hasta la hora que llegáramos, sin perder la sonrisa. En todos ellos nuestro amigo decía misa, bautizaba, confesaba  celebraba bodas y en muchos daba la extremaunción a los enfermos. ¡un festival de sacramentos¡  Mientras tanto nosotros nos comunicábamos a nuestra manera con la gente, todos querían que visitáramos su casa, que tomáramos algo: una mazorca de maíz, una cerveza local…

Como en todas partes, los niños eran los primeros en cogernos de la mano y arrastrarnos a sus chozas. Les encantaba tocarme el pelo y que les cogiera en brazos. Tengo grabadas  en mi corazón sus risas, sus grandes ojos asombrados, sus preguntas sobre ese lugar tan lejano que se llama España. Se mataban de la risa cuando les decíamos que teníamos luz para ver por la noche y no se creían que tuviéramos agua dentro de nuestras casas sin tener un pozo en nuestra aldea. Bueno, también hay que decir que nuestro swahili no era muy bueno, lo que le daba aún más diversión a la charla.

Una día ya muy tarde, en la  última parada, estaba especialmente agotada, deseando regresar a la misión a descansar cuando me pidieron que fuera a una cabaña donde había un bebe muy malito, me agache para entrar  ya que las puertas son muy bajitas, en ese momento una joven de mi edad salía a recibirme, las dos agachadas, nuestras caras a la misma altura, nos miramos a los ojos y misteriosamente me puse en su lugar, me vi saliendo de mi casa para recibir a unos extraños visitantes detrás tenía mi choza completamente vacía, mis niños desnutridos con sus tripitas llenas de gusanos… no sé qué sintió ella pero agarrándome de las dos  manos me dijo “no nos olvides, cuando llegues a tu casa, no nos olvides” Bueno, pues eso, que no les puedo olvidar, seguramente porque son mis hermanos y porque por unos segundos he estado en su piel.

Desde el exilio

Hna. Lorena Ortiz26-Feb, 2017

Queridos amigos/amigas, quisiera compartir con ustedes  algo sobre la situación que estamos viviendo aquí en Sur Sudan.  

Les escribo desde Uganda, donde estamos en exilio junto a nuestro pueblo del S. Sudan. Las razones del exilio son varias y complejas, antes de Navidad escuchamos rumores de un posible ataque entre los soldados de la oposición y los del gobierno. Por casi todo el mes vimos cientos de personas huir hacia el norte de Uganda donde están los campos de refugiados; la gente caminaba tanto bajo el sol, con niños y cargando los bienes necesarios como podían.  Nos preguntábamos como sería nuestra Navidad, gracias a Dios la celebramos bien y recibimos el nuevo año alegremente en comunidad con la gente, aunque al mismo tiempo en muchos de ellos captamos tensión y miedo.

Terminadas las fiestas, como previsto, las hermanas viajamos a Nairobi para el retiro la asamblea anuales. Mientras estábamos en Nairobi recibimos la noticia de que el domingo en una de las capillas, mientras la comunidad rezaba, los soldados entraron y mientras la gente huía, seis personas fueron asesinadas, entre ellos un catequista. Regresando de Nairobi, estando aún en la frontera con Uganda, encontramos algunos de nuestros feligreses allí: rostros cansados, agobiados, sufridos; nos informaron sobre la situación en nuestra zona y nos dijeron que toda la gente estaba huyendo porque nadie se sentía seguro ahí. La gente huyó con todos sus bienes, caminando por horas bajo el sol, cargando pesos, durmiendo algunas noches en los bordes de la calle y cuando finalmente llegaron a la frontera tuvieron que esperar algunas horas para ser inscritos y asignados por las Naciones Unidas a un campo de refugiados. Ver a nuestra gente en esas condiciones sentí pena, parecían ovejas sin pastor.

En la frontera vimos muchos autobuses de las Naciones Unidas UNHCR que transportaban a la gente hacia los campos de refugiados, detrás de ellos partían también camiones transportando sus pertenencias: recipientes para el agua, colchonetas, sillas, mesas, ollas, en fin, todo muy simple, lo que la gente posee. Dejada la frontera, nosotras continuamos nuestro viaje hacia el Sur Sudan, y lo largo del camino vimos muchas cabañas cerradas con candado,  pozos sin mujeres que recogieran agua, aldeas vacías y patios sin niños que jugaran, ningún joven paseando por las calles o jugando en el campo de futbol. En el camino encontramos de nuevo gente caminando hacia la frontera: hombres sudorosos y fatigados, el polvo rojizo cubría sus caras y su ropa, rostros cansados, llevaban sus motos o bicicletas sobrecargadas con sus animales, sacos, cajas y otras pertenencias.

                 Aquella primera noche de nuestro regreso percibí un silencio extraño, los perros aullaban como si lloraran la ausencia de sus amos. A la mañana siguiente no hubo gallos que anunciaran el amanecer. En la tierra de la misión, las personas más vulnerables estaban esperando que se les ayudara para llegar a la frontera con sus bienes, estos eran: mujeres embarazadas, personas con discapacidad, ancianos, enfermos, éstos fueron ayudados de manera especial. Por la mañana fuimos a saludarlos y a conversar con ellos, su presencia me hizo pensar a los pobres de Yahveh, a aquel resto fiel del pueblo de Israel que esperaba solo en Dios su liberación y salvación. Una joven con discapacidad se me acercó, me tiró del brazo y me abrazó, luego me ofreció un pedazo de caña de azúcar. Otro chico con retraso mental me llamó desde donde estaba sentado en el suelo y me ofreció un trozo de patata dulce (camote). Gestos de dulzura y calidez de quien de guerra o de luchas tribales no entiende mucho, de quien  vive la relación con los demás de manera simple y espontánea … y le pedí al Señor de donarme un corazón sencillo como el de ellos.

                 Nosotras como misioneras/os optamos por quedamos con el pueblo aún en situaciones de peligro, si es necesario, conscientes de que nuestra vida la hemos ya donado al Señor. Hacer causa común con las personas con las que vivimos es una parte importante del legado que Daniel Comboni nos dejó, es profecía en nombre de la pobreza y de la hermandad universal, porque para Dios no existen vidas humanas más preciosas que otras. En nuestro caso fue la gente que abandonó el lugar y nos quedamos solo las hermanas y los misioneros. La gente nos advirtió de salir también nosotros, porque en cualquier momento podría comenzar el enfrentamiento armado, nos pidieron de no abandonarlos en los campos, de visitarlos, de ir a rezar con ellos. Como equipo pastoral pedimos al Señor que nos asistiera con su sabiduría, entre nosotros dialogamos tratando de discernir que hacer; al final decidimos dejar la misión el lunes 6 de febrero y partimos hacia la comunidad comboniana más cercana en el norte de Uganda; zona donde están los campos. Queremos ofrecer un servicio pastoral a nuestros feligreses y acompañar esta experiencia de exilio, que es también el nuestro.

. Un abrazo,  Hna Lorena Ortiz.

Una Carta de Edu Cortes desde Uganda

áfrica directo22-Nov, 2016

Nuestro compañero Edu, nos cuenta desde Uganda:

«Última clínica móvil del año en Rukunyu. Un día lleno de sonrisas, emociones, despedidas…. sentimientos a flor de piel. Millones de gracias a todo el equipado en especial a Norah, amiga y trabajadora social sin ella no hubiéramos alcanzado todo lo que hemos conseguido. Feliz, encantado…. gozando al ver papas, mamás, abuelas y sus nenes mejorando todos comprometidos, creando lazos de amistad irrompibles. GRACIAS MIL»

 

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Experiencia de Agustín Quel Berasategui

áfrica directo21-Nov, 2016

Me han pedido que escriba algo sobre mi experiencia de una año de voluntariado aquí en esta parte de África: Malawi y Tanzania. ¿ Cómo negarme a AD cuando son ellos los que me han dado la oportunidad de vivir esta experiencia única?. Aún me quedan tres meses, o sea que esto no se ha acabado aún. Parece que estos comentarios van a abrir un blog en la pagina web de AD, lo que aumenta mi responsabilidad. Por otro lado, ¿qué decir que no haya sido dicho ya por los muchos voluntarios que han pasado por AD, y más concretamente por Alinafe?. En cualquier caso, mis comentarios son totalmente subjetivos (por algo soy sujeto, y no objeto). Quiero decir, que son más que discutibles.

Llegué a Alinafe Community Centre (Malawi) el pasado mes de marzo 2016. En ese momento se estaba llevando a cabo una distribución de alimentos (maiz, judias y yuca) debido a la situación de emergencia alimentaria en que se encontraba la población de la zona. Fue un trabajo duro físicamente, e impactante por la dura realidad que presenciaba. Un trabajo de éstas características es bastante complejo a nivel logístico (se atendió a 55.000 personas). Además, ésta complejidad es aún mayor cuando, como era el caso, se cuenta con unos medios muy escasos.  Pero, precisamente debido a la precariedad de medios, pude apreciar la gran capacidad de improvisación, en el mejor sentido del término, que tienen estas personas. Nunca mejor dicho lo de que «la necesidad agudiza el ingenio».

No me gustaría que estos comentarios se convirtieran en una lista de tópicos africanos, pero cómo no mencionar la vitalidad que tienen y contagian los miles de niños que hay por todas partes. O las risas que se oyen en todo momento y lugar entre adultos. Tal vez por eso Malawi es «the warm heart of Africa». Pienso que este «optimismo», tan generalizado en Africa, es vital. Es decir, cuando el futuro es tan incierto, te agarras a lo único seguro que tienes: el presente. No un «carpe diem» asociado a un modo de vida nihilista como en Europa, sino un «carpe diem» asociado a la vulnerabilidad, a la inseguridad. No estoy idealizando en absoluto ésta forma de afrontar la vida, precisamente por los factores negativos que llevan a esta forma de adaptación. Como en casi todas las cosas, lo ideal sería un término medio entre su vulnerabilidad y nuestra opulencia, que tanto vacío y ansiedad nos genera.

Como en cualquier otro país, en Malawi tampoco se puede generalizar. No se puede asegurar que «el caracter nacional» sea la felicidad. En la capital, un entorno urbano, el «ambiente» es totalmente diferente. Las ciudades siempre son más duras porque las desigualdades son más evidentes, hay más  competencia por unos recursos escasos, las gentes emigradas del campo no tienen las habilidades sociales y laborales necesarias para desenvolverse en un entorno nuevo, etc. Todo esto puede llevar en algunas ocasiones, favorecidas por el anonimato, a robos y otros delitos que yo, personalmente no he sufrido, ni visto. No quisiera volver al «mito del buen salvaje»  pero, sin miedo a exagerar puedo asegurar que en los siete meses que he vivido en Malawi no he visto ni un mal gesto, ni una discusión. Ni siquiera en los viajes en matola, en los que yo iba renegando por ir apretujados como borregos, perdían la sonrisa. No idealizo su forma de afrontar las penalidades porque no valoro, no juzgo. Simplemente me miro en ellos, y constato las diferentes formas de reaccionar.

Cuando vivía en España no podía entender cómo la gente tiene tanto hijos (una media de 6 por familia) en entornos tan empobrecidos. Ahora, estando aquí, no quiero ni imaginar que paisaje desolador sería este sin niños. Pero bueno, no es sólo una cuestión «paisajística», es de esperanza, de futuro, de status de la mujer como dadora de vida (aunque esto suene contradictorio en Europa). En definitiva es una cuestión de perpetuación de la comunidad, es decir, esperanza. ¿Que esto les mantiene en la pobreza? si / no, no sé…..Este es otro de los motivos que me trajeron aquí a Africa: mirarme en el Otro para enfrentarme a mis propias dudas (certezas casi no tengo), conocer al Otro para comprenderlo, y  como consecuencia, conocerme mejor.

Tras muchos años de experiencia trabajando en esto de «lo social», muy pocas veces he tenido la sensación de haber ayudado realmente a alguien. Por eso, no era la idea genérica de «ayudar» lo que me motivó a venir aquí. Además de la oportunidad de desarrollar mi profesión «en terreno», quería conocer  también la diversidad de Africa. Parece una obviedad, pero dado que tendemos a referirnos a África como un todo homogéneo, nunca está de más insistir en su diversidad: grupos humanos, costumbres, tradiciones, paisajes, etc. Aunque todo esto pueda parecer idílico, también tiene sus momentos complicados, no siempre es fácil la convivencia con «extraños». Pero bueno, ni aquí ni en Europa la vida es fácil, y lo que ganas en conocimiento, tolerancia y generosidad hacia los demas compensa con creces los malos momentos.

Agustín Quel Berasategui

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Carta desde Butare

áfrica directo05-Jun, 2016

Butare es un lugar amable, que no fácil, está lejos de “todo” si cuando nos referimos a “todo” pensamos en cosas materiales. Pero está muy cerca muy cerca de su gente, de su comunidad, de la tierra, de lo básico y esencial que alguien pueda necesitar.

Hablamos de un centro médico en un área rural remota al Oeste de Uganda. Donde desde hace más de 60 años unas monjas decidieron ofrecer salud a las gentes que vivían en la zona. Empezaron con muy pocos medios, lo básico y así continuaron durante años en un edificio que se había quedado viejo, arcaico, descolorido y desconchado, cuatro paredes para  dar asistencia a toda la población de la zona, donde no había ningún tipo de intimidad, donde hombres, mujeres y niños compartían espacio y en muchas ocasiones ni siquiera disponían de camas suficientes.

En Uganda pueden pasar años hasta que el gobierno decida mejorar las infraestructuras y así estaban en Butere, esperando promesas que nunca llegaban. Fue Sister Pelagia quien encontró a África Directo, les planteó las necesidades, los problemas y las enormes posibilidades que ofrecía este sitio.  Y después de años de intenso trabajo conjunto, desde España, los voluntarios en Uganda y la contra parte local el nuevo Butare ahora es una realidad.

Gracias a la donación altruista de Juan León, se consiguió el dinero suficiente para construir el área de hospitalización con tres plantas, wards, separadas para hombres, mujeres y niños con 15 camas cada una. Así como otro edificio para la OPD, centro de salud, con salas para dos consultas médicas, sala de curas, farmacia, laboratorio, almacén, oficina….

Desde éste Enero de 2016, el hospital viene funcionando a pleno rendimiento, son variadas las patologías que aquí llegan, la más frecuentes son Malaria, VIH, Fiebre Tifoidea, Brucela… patologías propias de medicina tropical en áreas en subdesarrollo. Se da calidad asistencial y el centro se ha convertido en un referente en la zona, y se disponen de medicamentos y medios suficientes para tratar todas éstas personas que aquí llegan. Donde no solamente se les dan medicinas, si no también un sitio acogedor, limpio, ordenado y con un personal que intenta favorecer un clima agradable para el paciente y sus familias. Venimos desarrollando también programas de salud para las embarazadas, salud prenatal y postnatal incluyendo vacunaciones de niños hasta el primer año de vida.

Solo como ejemplo reciente me gustaría recordar a Valeriano, un niño de 12 años, con una patología inespecífica imposible de diagnosticar con los medios que aquí disponemos, había pasado por tres centros médicos antes de llegar a Butare, vino muy enfermo, completamente edematizado, desfallecido,  no tenía fuerzas para sostenerse…han pasado ya dos semanas desde que llegó, ha mejorado notablemente y ahora se le ve corriendo y jugando con los demás niños. Ayer su madre nos agradecía profundamente todo lo que hemos hecho por ellos, destacando sobre todo el trato humano que aquí se le ha dado y que no había encontrado en los demás hospitales a los que había acudido. Éste es un claro ejemplo de esas “pequeñas tiritas” que vamos poniendo en toda ésta gente y por las que merece la pena el trabajar y estar aquí.

Todavía queda mucho por hacer en Butare, pero no tenemos prisa, la maternidad se rehabilitará, se implantaran nuevos programas de salud y poco a poco conseguiremos que éste sitio lejano de “todo” estará cada vez más cerca de lo que en nuestro mundo en desarrollo llamamos calidad asistencial de todos y para todos. 

Carta desde Meki

áfrica directo23-May, 2016

Meki es el lugar más maravilloso del mundo y está situado en Étiopia. Allí colaboramos con las misioneras de San Pablo, que está haciendo un trabajo formidable al que apoyamos. Una voluntaria, María José Morales, nos envia una carta de lo más jugosa de como capacitan a las mujeres.

disfrutadla !!!!  Bajarla aquí

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Le ayudamos???

áfrica directo20-Mar, 2016

Rosa y Manuel, voluntarios de AD en el hospital de Atupele, están en primera linea de los efectos de la hambruna. Nos envían este mail que necesitamos compartir con vosotros. Les ayudamos????

 
Querida Guadalupe, queríamos compartir contigo estas fotografías porque sabemos que te tocan y te sensibilizan.
 
El primer niño tiene 1 año; ingresó hace dos días en el Hospital por Malaria.

Pesa lo que su aspecto dice y es urgente darle de comer. Pero no puede comer cualquier cosa: lo mataría. Se necesita una reintroducción paulatina de alimentos para que su sistema circulatorio no sufra un colapso. No podemos saber qué pasará con él y no sabemos qué se puede hacer con estos casos. Y la impotencia es como una mala noche en la que no puedes conciliar el sueño.

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El otro niño nació con prisa, antes de tiempo, quizá de una madre demasiado joven, y sin padre conocido. Ya sabemos que hay muchos casos así en Malawi, en África… Kelvin, un enfermero, nos dijo que necesitaba ropa; es tan pequeño que nos ha costado trabajo encontrarla para que, más o menos, se adecue a su tamaño. Porque pesa solo 1500 gr y ahora necesita calor y comida para crecer pronto (ya puedes ver que los patucos le quedan como polainas). Se está usando la mejor incubadora posible: el regazo de su madre. Madre y bebé unidos mediante una sofisticada técnica, que llaman “kangaroo mother care”.

Nació he1ace 72 horas y la madre no tenía leche: mala alimentación, exceso de juventud… El caso es que en estos días hemos dado a la madre buena alimentación y hoy ya le ha “subido” la leche. El bebé ahora no solo tendrá el calor de las ropas y el cuerpo, sino también alimento y, casi seguro, toda una vida por delante.

Hemos creído que te gustaría saber estas cosas. A nosotros nos queda ese sabor agridulce de la ternura y la impotencia.

Si quieres ayudar para que voluntarios como Manuel y Rosa continuen ayudando nuestra cuenta para la Emergencia Alimentaria en Malawi es:

Fundación Africa Directo – Alinafe La Caixa:

                                                       ES38 2100 2708 1102 0008 4467  

 

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Por favor, ¡actúa y pasa la bola!

áfrica directo18-Feb, 2016

 

TU CARTA SOBRE LA EMERGENCIA ALIMENTARIA EN MALAWI

También puedes descargarte las fotografías de las primeras distribuciones de alimentos que hemos empezado a realizar con las ayudas recibidas

 

Adjunto: 

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