Experiencia de Agustín Quel Berasategui

áfrica directo21-Nov, 2016

Me han pedido que escriba algo sobre mi experiencia de una año de voluntariado aquí en esta parte de África: Malawi y Tanzania. ¿ Cómo negarme a AD cuando son ellos los que me han dado la oportunidad de vivir esta experiencia única?. Aún me quedan tres meses, o sea que esto no se ha acabado aún. Parece que estos comentarios van a abrir un blog en la pagina web de AD, lo que aumenta mi responsabilidad. Por otro lado, ¿qué decir que no haya sido dicho ya por los muchos voluntarios que han pasado por AD, y más concretamente por Alinafe?. En cualquier caso, mis comentarios son totalmente subjetivos (por algo soy sujeto, y no objeto). Quiero decir, que son más que discutibles.

Llegué a Alinafe Community Centre (Malawi) el pasado mes de marzo 2016. En ese momento se estaba llevando a cabo una distribución de alimentos (maiz, judias y yuca) debido a la situación de emergencia alimentaria en que se encontraba la población de la zona. Fue un trabajo duro físicamente, e impactante por la dura realidad que presenciaba. Un trabajo de éstas características es bastante complejo a nivel logístico (se atendió a 55.000 personas). Además, ésta complejidad es aún mayor cuando, como era el caso, se cuenta con unos medios muy escasos.  Pero, precisamente debido a la precariedad de medios, pude apreciar la gran capacidad de improvisación, en el mejor sentido del término, que tienen estas personas. Nunca mejor dicho lo de que «la necesidad agudiza el ingenio».

No me gustaría que estos comentarios se convirtieran en una lista de tópicos africanos, pero cómo no mencionar la vitalidad que tienen y contagian los miles de niños que hay por todas partes. O las risas que se oyen en todo momento y lugar entre adultos. Tal vez por eso Malawi es «the warm heart of Africa». Pienso que este «optimismo», tan generalizado en Africa, es vital. Es decir, cuando el futuro es tan incierto, te agarras a lo único seguro que tienes: el presente. No un «carpe diem» asociado a un modo de vida nihilista como en Europa, sino un «carpe diem» asociado a la vulnerabilidad, a la inseguridad. No estoy idealizando en absoluto ésta forma de afrontar la vida, precisamente por los factores negativos que llevan a esta forma de adaptación. Como en casi todas las cosas, lo ideal sería un término medio entre su vulnerabilidad y nuestra opulencia, que tanto vacío y ansiedad nos genera.

Como en cualquier otro país, en Malawi tampoco se puede generalizar. No se puede asegurar que «el caracter nacional» sea la felicidad. En la capital, un entorno urbano, el «ambiente» es totalmente diferente. Las ciudades siempre son más duras porque las desigualdades son más evidentes, hay más  competencia por unos recursos escasos, las gentes emigradas del campo no tienen las habilidades sociales y laborales necesarias para desenvolverse en un entorno nuevo, etc. Todo esto puede llevar en algunas ocasiones, favorecidas por el anonimato, a robos y otros delitos que yo, personalmente no he sufrido, ni visto. No quisiera volver al «mito del buen salvaje»  pero, sin miedo a exagerar puedo asegurar que en los siete meses que he vivido en Malawi no he visto ni un mal gesto, ni una discusión. Ni siquiera en los viajes en matola, en los que yo iba renegando por ir apretujados como borregos, perdían la sonrisa. No idealizo su forma de afrontar las penalidades porque no valoro, no juzgo. Simplemente me miro en ellos, y constato las diferentes formas de reaccionar.

Cuando vivía en España no podía entender cómo la gente tiene tanto hijos (una media de 6 por familia) en entornos tan empobrecidos. Ahora, estando aquí, no quiero ni imaginar que paisaje desolador sería este sin niños. Pero bueno, no es sólo una cuestión «paisajística», es de esperanza, de futuro, de status de la mujer como dadora de vida (aunque esto suene contradictorio en Europa). En definitiva es una cuestión de perpetuación de la comunidad, es decir, esperanza. ¿Que esto les mantiene en la pobreza? si / no, no sé…..Este es otro de los motivos que me trajeron aquí a Africa: mirarme en el Otro para enfrentarme a mis propias dudas (certezas casi no tengo), conocer al Otro para comprenderlo, y  como consecuencia, conocerme mejor.

Tras muchos años de experiencia trabajando en esto de «lo social», muy pocas veces he tenido la sensación de haber ayudado realmente a alguien. Por eso, no era la idea genérica de «ayudar» lo que me motivó a venir aquí. Además de la oportunidad de desarrollar mi profesión «en terreno», quería conocer  también la diversidad de Africa. Parece una obviedad, pero dado que tendemos a referirnos a África como un todo homogéneo, nunca está de más insistir en su diversidad: grupos humanos, costumbres, tradiciones, paisajes, etc. Aunque todo esto pueda parecer idílico, también tiene sus momentos complicados, no siempre es fácil la convivencia con «extraños». Pero bueno, ni aquí ni en Europa la vida es fácil, y lo que ganas en conocimiento, tolerancia y generosidad hacia los demas compensa con creces los malos momentos.

Agustín Quel Berasategui

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