Si no estuviera en África Directo, me metería de cabeza.

Santiago Mas14-Jun, 2017

Hay un proverbio africano que dice: “Si quieres llegar rápido, camina solo. Si quieres llegar lejos, camina en grupo”. Llevo más de diez años en África Directo y, sin embargo, sigo mirando el trabajo que se lleva a cabo desde fuera, como alucinado espectador. No me sucede solo a mí, he hablado con voluntarios que se han pasado años a pie de proyecto y tienen la misma sensación. ¿Será porque es esta ong una organización muy vertical? Nada más lejos de la realidad, al contrario, la estructura es tremendamente horizontal (capitaneada por gente con todo el conocimiento) y, en cuanto te descuidas, te ponen en tus manos decisiones de gran responsabilidad, ya sea en España o en el terreno. Entonces, ¿de dónde surge esta sensación? Yo creo que la razón es que los proyectos que se llevan a cabo poseen una envergadura que le hace a uno sentirse chiquitito. Tampoco ayuda la cantidad de países en los trabajamos, nada más y nada menos que veinticinco. Puedes ser un gran experto en la mitad de los numerosos proyectos que llevamos a cabo en, pongamos Malawi, y tan solo sabrás del alcance de una parte de cincuenta de lo que se hace. Es decir, en esta ocasión es la cantidad la que provoca que tengas la sensación de que eres una pizquita de la ayuda, tanto como para autoexcluirte fácilmente de los alucinantes logros.

 

Pero, ¿y a qué viene todo esto, y el título, y el proverbio? Whatsapp es un coñazo el noventa por ciento del tiempo. Como dice Javier Cansado: “no debería ser gratis, ni tampoco muy barato”. Pero a veces, solo a veces, la información que te distrae de lo que estés haciendo es oro puro. En esas ocasiones el icono verde trae consigo noticias, fotos o avances de algún proyecto que te dibuja una sonrisa en los labios de las que trepan hasta las orejas. Y todo gracias a unas rayitas de internet que llegan a algún área rural perdida en un rincón africano.

 

Y te vuelves a sentir pequeño. Pequeño porque el voluntario que hay detrás de ese teléfono al que han llegado el par de rayitas lleva ya dos o tres años repitiendo en esto de ayudar a los demás. Quizá ahora esté en un campo de refugiados de Uganda, quizá haya estado con anterioridad en Sudan del Sur y por eso entienda perfectamente a esas personas que han tenido que huir a dicho campo, y quizá antes de esto haya estado conociendo la dura realidad de Etiopia para, poco a poco, ir componiendo la foto general de África. Quizá ese voluntario, o esa pareja de voluntarios, estudiaron bellas artes. Tal vez, en su primer proyecto en África empezaron haciendo vídeos profesionales y fotos y alguna tarea administrativa. Proyectos dispares después o microcréditos, quién sabe. Y puede que continuaran, llevados por una mano invisible, construyendo al unísono letrinas aquí y aulas cien kilómetros más allá. Una labor de altura en toda regla que no desplaza a la primera, si no que se suma a ella.

Un millón de gracias, Almudena !!!! Un millón de gracias, Pablo !!!! Por el trabajo y la forma de desempeñarlo, por los esfuerzos y el amor. Me meto de cabeza a caminar con vosotros, ¿quién no lo haría?