21 DÍAS EN BUTARE

Elena Moreno08-May, 2019

Dicen que son necesarios 21 días para que el ser humano adquiera un hábito o se adapte a un entorno. Independientemente de la definición o el género que podríamos darle a Butare, oficialmente ya formamos parte de él o ella, y sí, nos ha conquistado.

Antes de partir, tu cabeza da muchas vueltas sobre lo que te puede esperar, sobre lo fuerte que tienes que ser ante determinadas situaciones y se te plantea la clásica pregunta, ¿estaré preparado? Lo cierto es que nadie te prepara para una experiencia así y que lo más real y sabio es que tienes que vivirlo para entenderlo.

El tiempo pasa “raro”, son tantas las personas que conoces, los sitios que visitas y las historias que escuchas, que pierdes por completo la noción de la hora y del día de la semana. Aquí no hay lunes fatales, ni “menos mal que ya es jueves”, ni domingos de gloria. Tampoco hay despertadores, ya que el gallo se encarga de anunciarte que empieza un nuevo día. Y no, no viene con la opción de posponer y mucho menos, con la de apagar.

Y hablando de despertares, es difícil no abandonar la cama cada mañana sin las ansias de mejorar las vidas que conoces diariamente, asumes una responsabilidad compleja y sólo piensas y deseas estar a la altura. Porque dejando a parte el lugar, lo que más llama la atención y lo que más te atrapa, es su contenido, su gente. Niños y no tan niños, madres, padres, y los padres y madres de estos últimos, todos y cada uno siempre tienen un “hola ¿qué tal?” y un “bienvenido, y gracias por estar aquí”, en cualquier idioma, eso es lo de menos. Porque aquí te comunicas con la sonrisa, porque esa es la verdadera lengua, la única que no entiende de fronteras ni de colores blancos y negros.

Somos conscientes de que somos los nuevos de la clase, que tenemos mucho que asimilar y entender, muchos proyectos que proponer e innumerables situaciones que nos gustaría cambiar, pero siguiendo el dicho local “mpora, mpora”, que en runyankore, viene a decir algo así como “despacio y con cuidado”. Y así estamos. Hacia delante, sin miedo, lentos pero seguros. Y con ganas, con muchas ganas.

Seguimos.

Álvaro y Elena