6.000.000 de niños sedientos y en peligro por El Niño

áfrica directo11-May, 2016

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Dentro de la choza, techada de rastrojos y ramales, emparedada de barro y excrementos animales, la silueta de la mujer joven se difumina. Amina arde en fiebre, la mirada vidriosa y penetrante. Mis palabras susurradas, Ebbe hakubarakeyy (Dios te bendiga en somalí), le hacen asomar un hilo de voz: Amin (el amén es igual en todas las religiones). A los pies de la mujer yace otro pedazo de vida salido de su vientre. Un puñado de piel adherida a unos huesos de pajarillo. Se llama Abdinasir y tiene la desgracia de haber nacido cuando por este Cuerno de África nos visita el otro Niño, ese fenómeno meteorológico que es el ángel de la muerte que espanta la lluvia y amenaza con dejar sin agua ni comida a 15 millones de personas, seis de ellos niños.

La choza de Amina y Abdinasir está atestada de mujeres envueltas en telas multicolores, que la miran ahí tirada en el jergón y me miran a mí con la esperanza de que haga algo… ¡Esperan de mí un milagro! Yo sólo le pongo mi mano sobre su frente y noto que ella espera que Dios obre en ella el prodigio de la vida que siente amenazada.

Me giro y pregunto a las mujeres: «¿Y su marido?». Me responden a coro: «Es soldado, está en la guerra»… Insisto: «¿Me dan permiso para que me lleve a la madre y al niño a un hospital?». Estamos a cientos de kilómetros del primer médico, caminos interminables de polvo ancestral, distancia inconcebible para que viajen estas pobres gentes por sus medios… Y al final sentencian con un mazazo fatal: «No puede salir de su casa sin permiso de su marido». Inútilmente insisto: «Y… ¿cuándo volverá?». Y me doy cuenta -torpe de mí- de que estoy en África y en África las guerras, el hambre y la sequía no tienen fecha de caducidad. Que El Niño lo ha empeorado todo.

Ya ha oscurecido en la choza de Amina. Se agigantan las sombras….. seguir leyendo